Julián Casado fue un artista constructivista que realizó su aproximación a la abstracción desde un punto de vista humanístico y que enfocó su obra como una investigación continua sobre el efecto de la luz en el espacio plástico.
Hay dos formas de acercarse a su obra, una es por su atractivo estético indudable, ya que el equilibrio de sus cuadros es impecable, el ritmo visual es emocionante, no es necesario comprender su pintura para admirarla.
Pero la obra de Julián es mucho más. Es una inmersión emocionante en el humanismo.
Su pintura nos enseña la filosofía de Xavier Zubiri, teología a través Mircea Elíade. Nos habla de constructivismo y suprematismo a través de Malevich. Nos presenta con su peculiar estilo a Paul Klee, Vassareli, Piet Mondrian, Giorgio de Chirico, Matisse, Velázquez, Patinir y muchos más. Nos habla de música dodecafónica a través de Olivier Messiaen, y con su Cosmos Aleatorium rindió homenaje al compositor Claudio Prieto.
La obra de Julián es el resultado de todas estas cosas reinterpretadas con su genialidad. Nada es casual y su coherencia es abrumadora. Su obra es el resultado de profundas reflexiones filosóficas, artísticas y teológicas.
Nos hallamos ante un artista exquisito y perfeccionista, con un discurso filosófico complejo de extraordinaria coherencia, que nos ofrece una experiencia maravillosa de reflexión lógica y de sublime contemplación artística. En definitiva nos encontramos ante una obra excepcional y de indiscutible belleza.